CUÁLES SON LOS COSTOS OCULTOS O SIN ASEGURAR, DE UN INCIDENTE O ACCIDENTE DE TRABAJO?

CUÁLES SON LOS COSTOS OCULTOS O SIN ASEGURAR, DE UN INCIDENTE O ACCIDENTE DE TRABAJO?

  • Tiempo de la investigación. 
  • Salarios pagados por pérdida de tiempo. 
  • Costos de contratar y/o capacitar al personal de reemplazo. 
  • Demandas y/o sanciones. 
  • Tiempo extra de supervisión. 
  • Tiempo de trámites administrativos. 
  • Impacto a la productividad después del evento. 
  • Daños materiales (maquinaria, equipos, materiales, locaciones). 
  • Impacto a la imagen corporativa.

El manejo de los costos laborales en una empresa se convierte en un movimiento financiero que hace que el factor trabajo o mano de obra se vea como una elevada cifra representativa en los estados financieros y además que amenaza la rentabilidad de la organización. 

Los costos ocultos se caracterizan por no ser cuantificables de manera fácil, entre algunos identificados tenemos: Costos por revalorización, Costos de reposición, Costos por obsolescencia, Costos por inflación, Costos financieros, Costos por operaciones logísticas, Costos por planeación de producción, Costos por el mal servicio y/o mala calidad del producto, Costos por descuentos o perdidas, Costos por normas legales, Costos por falta de oportunidad, costos por investigación y desarrollo, costos por renovación de marca. (Mejía. Carlos C., 2008, p.2-3).

Acerca del manejo de los costos ocultos asociados al factor laboral, y lo que ha generado gran interés en su estudio significativo tenemos: Por otro lado el modelo de costes ocultos (Savall y Zardet, 1989,1994) se basa en la determinación de los distintos desequilibrios en términos monetarios identificados en una organización, considerados como toda aquella desviación entre el funcionamiento esperado y el real. La corrección de todo desequilibrio genera lo que se denomina costes ocultos. (Climent Serrano, Salvador, 2003, p.197)

A su vez este planteamiento se divide en dos categorías fundamentales. Climent Serrano, Salvador, (2003) establece:

  • Costes históricos pertenecientes a las diferentes líneas de costes de los sistemas de información, que se caracterizan por tener un carácter más contable, y por lo tanto, influir de forma directa, sobre la cuenta de resultados. Estos costes se pueden agrupar en tres tipos: sobreconsumo, sobre salarios, y sobretiempos. 
  • Costes de oportunidad. Tienen un carácter marcadamente subjetivo y cualitativo, por lo que, en general, no suelen ser considerados contablemente por las organizaciones, pero existe evidencia empírica suficiente sobre el efecto multiplicador entre los costes de fallo identificados y medidos y los costes de fallos verdaderos (Bron y Kane, 1978). (p.197)
  • Costo Fijo: Los costos fijos se asocian al factor de producción que se mantiene constante. Casi siempre es el capital el que cumple con este papel, debido a que es mucho más complicado ampliar o reducir la planta productiva que incrementar o reducir el número de trabajadores o las horas que estos laboran. (Schettino, p- 81)
  • Costo Variable: Van a estar determinados principalmente por el trabajo, mientras que los costos fijos estarán muy relacionados con el capital instalado. (Schettino, p- 81)
Por otro lado tenemos la asociación de estos costos ocultos a la insatisfacción humano y social reflejados en el efecto de “adelgazamiento de la estructura organizacional”. Concepto que según Rodeiro. Carlos (2001) lo define como: “una acción deliberada de la gerencia que implica una reducción de la fuerza laboral y está diseñada para mejorar la posición competitiva de una compañía” (p.48). Este suceso de adelgazamiento institucional se puede dar en razón a la búsqueda de la productividad y eficiencia de la organización ya sea como estrategia para buscar rentabilidad o como respuesta a las decadencias financieras institucional producto de la variación en la economía o crisis económicas coyunturales.

El adelgazamiento empresarial es una de las decisiones tomadas comúnmente en el afán de recuperar el equilibrio debido a la crisis financieras vivida, sin embargo, en la mayoría de los casos no es ésta la mejor solución debido a que es una forma radical de salir de la dificultad que compromete la calidad de vida de los trabajadores y a su vez la calidad del producto. Es en estos casos cuando se evidencian falencias en los procesos administrativos responsables del seguimiento a las técnicas de manera preventiva para evitar percances futuros que generen daños en la calidad esperada de los productos y que entorpecen el debido proceso de los lineamientos institucionales, haciéndose necesaria la intervención coyuntural para dar solución a la debilidad.

McKinley et al. (2000) argumenta:

"Con la perspectiva económica, los expertos han asumido que el adelgazamiento de la estructura es causado por una búsqueda de productividad y eficiencia, bien sea en respuesta a una decadencia organizacional o como un medio para mejorar la rentabilidad corporativa en condiciones de no decadencia" (p.228)

Es aquí donde se evidencia la importancia de la buena gestión para prestar una adecuada asesoría del talento humano como fortaleza institucional que permita una acertada toma de decisión, y no sea vista, como la amenaza para sus posibles soluciones a las crisis financieras.

El fortalecimiento y la calidad de la mano de obra en las organizaciones es el componente orientador que impacta de manera positiva y directa la productividad, evidenciando compromiso en la planeación estratégica de la Institución por medio de la cual se puede generar mejor inversión de los costos ocultos una vez conocidos, que permiten un mayor grado de aprovechamiento y control, evitando que estos se conviertan en la principal causa del adelgazamiento institucional.


Costos de los accidentes laborales y su prevención: análisis teórico

Desde el punto de vista teórico se pueden analizar los incentivos económicos, científicos, psicológicos y sociales que tienen las empresas para llevar a cabo programas de salud ocupacional y proteger a sus trabajadores de los riesgos laborales (Díaz Cabrera, Rolo González, Villegas Velásquez, Ramos Sapena, & Hernández Fernaud, 2008; Gomero Cuadra, Llap Yesan, Sota, Livia, & Silvera Vallejos, 2005). De acuerdo a Marín Rueda, Angeli Dos Santos, Raad y Carnevalli (2014) las empresas buscan la manera de desarrollar programas a partir de los cuales puedan propiciar ambientes y relaciones de trabajo más saludables para sus funcionarios (Barrios Casas & Paravic Klijin, 2006).

Adicionalmente, cada vez son más los resultados de investigaciones científicas que evidencian la necesidad de que las empresas tengan un sentido de responsabilidad social corporativa orientado a promover la salud y lograr mejores lugares de trabajo, si desean obtener mejores resultados en sus productos y servicios (Aguirre Mas, Vauro Desiderio, & Labarthe Carrara, 2015). Tal y como lo manifiesta Meliá Navarro (1998) la cadena de efectos de los accidentes laborales recorre desde el nivel organizacional hasta el comportamiento individual, pasando por la respuesta de seguridad de los supervisores y directivos hasta la respuesta de los grupos de trabajo.

No obstante estas consideraciones, los riesgos presentes en el entorno laboral y que suponen un importante peligro para la salud de las personas, no provienen exclusivamente de factores físicos, sino que los factores psicosociales son muy importantes e influyen en la salud y el bienestar, por ende en las tasas de accidentalidad (González Trijueque, Giachero, & Delgado, 2012). En esta misma línea Einarsen y Johan Hauge (2006) consideran que existe una amplia variedad de posibles estresores del entorno laboral en relación al acoso psicológico, siendo las deficiencias en el liderazgo y el diseño del trabajo, los factores que propician el acoso.

Tomado en cuenta los aspectos previamente considerados, uno de los modelos que permite entender la racionalidad económica de las empresas al momento de decidir invertir en prevención, corresponde a una extensión del modelo de externalidades que compara los costos de prevención con los costos de la accidentalidad, de forma que, desde el punto de vista de las firmas sólo se justifica invertir en prevención mientras los costos sean inferiores a los costos asociados con los accidentes (Benavides, Delclos, Benach, & Serra, 2006; Domínguez, 1997).

Este modelo también permite determinar la cantidad óptima de accidentalidad desde el punto de vista privado y social. La justificación para la determinación de tal nivel se puede encontrar en Grimaldi y Simonds (1996), para quienes, “suponer que los programas de salud ocupacional deben ser procurados de tal forma que eviten todas las posibles lesiones, es ignorar el mundo real, pues si bien en las operaciones industriales es posible llegar a tales extremos, el precio es demasiado alto y la sociedad no está dispuesta a pagarlo” (p. 321). De allí, la importancia de comparar los costos de prevención con los costos de accidentes.

En el se presenta el modelo de determinación del nivel óptimo de accidentes laborales. Se representan los costos de las empresas en la prevención (CP), los costos de la empresa por la ocurrencia de accidentes laborales (CAP), y los costos sociales (CAS). El nivel óptimo privado se determina cuando el costo de prevención se iguala a los costos de los accidentes. No obstante, desde el punto de vista social el nivel de accidentes óptimos debe ser menor.


Clasificación de los costos de la accidentalidad laboral: métodos clásicos

Existen diferentes criterios para cuantificar los costos de la accidentalidad laboral cuyo objetivo es el de contribuir a una adecuada evaluación y evitar los problemas de doble contabilización (Lilián & Serra, 2009).

Tradicionalmente han sido usados como principales referencias tres (3) métodos, los cuales son considerados clásicos. El primero parte de la división realizada por Heinrich (1931) -primer autor en desarrollar un modelo sobre las causas de la accidentalidad laboral- quien dividió los costos entre directos e indirectos. El segundo proviene de modelo propuesto por Simonds (1956) el cual realiza la distinción entre costos asegurados o no asegurados. Finalmente se considera la clasificación de los costos según los elementos de la producción: mano de obra, maquinaria, materiales, instalaciones y tiempo.

A continuación se presentan estas clasificaciones:


Método de Heinrich

El primer intento documentado de evaluación de los costos asociados a la accidentalidad se encuentra en Heinrich (1931), quien introduce la definición de costos directos e indirectos de la accidentalidad laboral, y postula que la relación entre estos es de 1 a 4, es decir, los costos indirectos son cuatro veces superiores de los costos directos. Esta relación fue posteriormente actualizada en 1962 obteniendo una proporción de 1 a 8 (Cortez, 2007). En general, el método propuesto por Heinrich (1931) para la cuantificación de los costos totales sigue el criterio de las ecuaciones 1, 2 y 3:

  • a) Costos totales=costos directos+costos indirectos (1)
  • b) Costos totales=costos directos+4x (costos indirectos) (2)
  • c) Costos totales=5x(costos directos) (3)

En su libro Industrial Accident Prevention, Heinrich (1931) considera como costos directos aquellos relacionados con los pagos por indemnizaciones, primeros auxilios, gastos médicos y los cargos legales y generales, los cuales pueden ser asumidos por una compañía de seguros mediante el pago de una tasa de compensación o prima. Por su parte, entre los costos ocultos o costos indirectos se incluyen los siguientes:
  • Costo del tiempo perdido por los trabajadores lesionados.
  • Costo del tiempo perdido por otros trabajadores no accidentados, quienes dejan de trabajar por curiosidad, simpatía o para ayudar al trabajador accidentado.
  • Costo del tiempo perdido por supervisores o ejecutivos.
  • Costo del tiempo gastado por el personal de primeros auxilios o miembros de la unidad de enfermería cuando no son pagados por la compañía de seguros.
  • Costos debido al daño de las máquinas, herramientas y a la propiedad.
  • Costo debido a la interferencia con la producción, fallas para cumplir con los pedidos a tiempo, pérdida de bonos, pago de multas.
  • Costo por continuar pagando salarios completos a los empleados aunque estos trabajen por menor tiempo de la jornada laboral después del retorno a su tarea.
  • Pérdida de beneficio por la productividad del trabajador y por tener maquinarias sin operar.

Método de Simonds

El método de Simonds (1955) considera inapropiada la división realizada por Heinrich (1931) la cual afirma que los costos dependen del tipo de accidente. Además, para este autor, la expresión costos directos, se refiere a “aquellos que implican salidas de dinero”, mientras que los costos indirectos no representan salida inmediata de dinero, pero imponen egresos adicionales para la operación de la empresa. Dado que esta división es considerada por el autor difícil de mantener, usa un término más preciso: costos asegurados y costos no asegurados.

En general, los costos asegurados hacen referencia a los costos asumidos por las compañías de seguro, mientras que los no asegurados los asume la empresa y la sociedad en general. Para Grimaldi y Simonds (1996), es posible usar de forma equivalente los conceptos de costos directos y costos asegurados, así como los términos costos indirectos y costos no asegurados.

Los costos asegurados pueden obtenerse de los pagos de las compañías de seguros que incluyen los gastos médicos, indemnizaciones y gastos generales del seguro (prima de riesgo).

No obstante, son los costos no asegurados los que necesitan mayores precisiones. Los elementos que deben ser considerados para su cálculo son los siguientes:
  • Costos de los salarios pagados por el tiempo perdido por trabajadores que no resultaron lesionados.
  • Costo neto necesario para reparar, reemplazar y ordenar los materiales y equipos que resultaron dañados.
  • Costos de los salarios pagados por el tiempo perdido por los trabajadores lesionados, distintos de los pagos por compensación a los trabajadores.
  • Costos causados por el trabajo extra necesario.
  • Costos de los salarios pagados a los supervisores, en tanto su tiempo es necesario para actividades que son consecuencias del accidente.
  • Costo en salarios debido a la disminución en la producción por parte de trabajador lesionado después de su retorno a su tarea.
  • Costo correspondiente al período de aprendizaje del nuevo trabajador.
  • Costos médicos no asegurados absorbidos por la empresa.
  • Costo del tiempo en investigación del accidente.
Para el cálculo de los costos no asegurados, Simonds (1955) considera cuatro tipos de accidentes, a saber, aquellos que generan días de trabajo perdidos por ausencia laboral, los que requieren atención de un médico (pero no producen ausencia laboral), los que requieren primeros auxilios (sin ausencia laboral) y aquellos que no producen lesión. En este sentido, el método consiste en estimar los costos promedios no asegurados para cada tipo de accidente de la siguiente forma (Grimaldi & Simonds, 1996):


Donde A, B, C y D son los costos promedios no asegurados para cada tipo de accidente. En el caso que la empresa no distinga entre los casos con médicos y con primeros auxilios, en estos dos rubros se incluyen aquellos casos que no provocan días perdidos.

La ventaja de la división de los costos en asegurados y no asegurados es que permite identificar la relación costos de los accidentes / costos de prevención, y por tanto, conocer la “rentabilidad de la inversión” en los programas de salud ocupacional (Cortez, 2007).


Apuntes sobre los métodos de Heinrich y Simonds

Para la cuantificación de los costos directos o asegurados, es posible usar dos de los siguientes métodos o criterios (Lilián & Serra, 2009):

a) Método de la incidencia: cuantifica el número de accidentes laborales ocurridos en un período concreto y evalúa los costos de los mismos para aquel período y los costos esperados en futuros períodos mediante técnicas actuariales.

b) Método del predominio: cuantifica el número de personas que reciben pagos como compensación de accidentes laborales en un año concreto, sin considerar la fecha de ocurrencia, calculando los pagos totales que se han efectuado en el período objeto de análisis.

Asimismo, tanto el criterio de Heinrich (1931) como el de Simonds (1955) no incluyen los costos asociados con la pérdida de bienestar de las personas afectadas, de sus familiares y de la sociedad en general, los cuales son considerados como costos intangibles ya que no tienen precio de mercado y pueden ser cuantificados a partir de la disponibilidad a pagar. En general existen dos métodos para la evaluación de estos costos (Lilián & Serra, 2009):

a) Diferencias salariales compensatorias: los salarios reflejan el riesgo que asume el trabajador.

b) Valoración contingente: está basado en un cuestionario en el que se formula una pregunta hipotética: ¿cuánto se está dispuesto a pagar por un producto concreto (menos riesgo en nuestro caso) que no tiene precio de mercado? Se trata de cuantificar cuál es el cambio en los ingresos que conjuntamente con el cambio en la cantidad del bien analizado (riesgo) deje igual la utilidad de la persona.

Si bien el criterio de Heinrich (1931) asume el costo indirecto como cuatro veces mayor al costo directo, y el criterio de Simonds (1955) le asigna un costo promedio no asegurado a cada tipo de accidente a partir de los resultados obtenidos en investigaciones rigurosas, en la actualidad existen dos métodos usados en forma amplia que permiten valorar la pérdida de la producción asociada con el accidente de trabajo, a saber: método del capital humano y método de costos de fricciones.

a) Método de capital humano: es útil cuando se supone que la economía está en pleno empleo de uso de factores. El supuesto subyacente a este método es que los salarios reflejan la productividad, es decir, que los salarios miden el valor añadido del trabajador marginal (adicional), por tanto, es posible cuantificar el valor de la pérdida de la producción descontando los futuros ingresos de la persona a valor presente. Las críticas más importantes se relacionan con que no toma en cuenta la heterogeneidad de los trabajados en cuanto a su productividad en función de sus características, los resultados pueden ser sensibles al tipo de salario (semanal, mínimo) y en presencia de competencia imperfecta los salarios no reflejan completamente la productividad.

b) Método de costos de fricciones: es útil cuando se supone que los factores no están plenamente empleados. Trata de hacer una aproximación a las pérdidas de producción corrientes (más inmediatas). Se considera que a corto plazo la producción correspondiente al trabajador de baja puede aplazarse o puede repartirse entre el resto de trabajadores, mientras que a largo plazo la producción puede ser asumida por los desempleados. La crítica más importante es que no toma en cuenta los desajustes entre la persona a sustituir y la nueva. No obstante, su aplicación parece ser más ajustada.


Métodos de los elementos de producción

Es similar al método Simonds. En lugar de las categorías del accidente, estructura el sistema basándose en cinco factores productivos:

a) Costo de la mano de obra: refleja el costo del tiempo de los trabajadores que hayan intervenido en el accidente.

b) Costo de maquinaria y herramientas: reflejan los costes de los daños producidos en la maquinaria y en las herramientas.

c) Costos de material: refleja las pérdidas de material en bruto, en proceso de fabricación y productos acabados.

d) Costo de instalaciones y equipos: reflejan los costos de los daños producidos en edificios e instalaciones.

e) Costos del tiempo: reflejan el coste de las horas de trabajo perdidas a causa del accidente.

El coste total es la suma de los costes o pérdidas producidas en cada elemento de producción, a causa del accidente, es decir el costo de la mano de obra, el costo de las máquinas y herramientas y el costo de los materiales; todos éstos ponderados por el tiempo perdido en producción. Cabe resaltar que el costo de mano de obra, contempla los gastos médicos y de indemnización.

Clasificación de los costos de la accidentalidad: enfoques alternativos

Además de los criterios anteriores, que son considerados como clásicos en la literatura, existen otros criterios que permiten clasificar los costos asociados a la accidentalidad, los cuales se detallan a continuación:
  • Costos económicos y no económicos: esta división fue realizada por Dorman (2000). Los primeros hacen referencias a la pérdida de bienes y servicios que tienen valor de mercado, mientras que los segundos incluyen el dolor, padecimiento personal, pérdida de la funcionalidad, menor calidad de vida.
  • Costos reales y de transferencias: esta división distingue entre los costos que afectan la capacidad productiva de la empresa, es decir, los costos reales; y los costos transferibles que son de suma cero porque implica una reasignación de recursos de un agente a otro y no afectan a la producción.
  • Costos fijos y variables: los costos fijos son costos que debe asumir el empleador que son constantes, es decir, su valor es independiente del tipo de accidente. Tal como lo mencionan Abiuso y Serra (2009) citando a Dorman (2000), esta clasificación es irrelevante a la hora de identificar incentivos para la empresa en reducir la prevalencia y gravedad de los accidentes.

Sistema de información de accidentes laborales en Colombia

Con el objetivo de contar con un sistema que permita organizar la información estadística para enfocar los programas de promoción y prevención de riesgos profesionales hacia aquellos factores de riesgo que más incidencia presenten sobre la población trabajadora del país, el Ministerio de la Protección Social expidió la Resolución 0156 de 2005 a través de la cual reglamenta el Formato Único de Reporte de Accidente de Trabajo (FURAT) y el Formato Único de Reporte de Enfermedad Profesional (FUREP).

El FURAT contiene información sobre la empresa y centro de trabajo; características individuales del trabajador accidentado tales como edad, género, tipo de vinculación, fecha de vinculación, jornada laboral, salarios, ocupación y cargo; información del accidente como fecha y hora, sitio, tipo de lesión, parte del cuerpo afectada, agente y mecanismo, y una descripción del accidente (Resolución 0156, 2005).

Por las características de la información solicitada, este formato es útil para analizar los patrones de los accidentes de trabajo en el país, de forma que permite atacar aquellos factores más prevalentes, y por tanto, es esencialmente útil para evaluar las causas de la accidentalidad. No obstante, no permite vislumbrar los costos asociados a la accidentalidad, lo cual es posible con el formato final que las administradoras de riesgos profesionales deben reportar de manera mensual al Ministerio de Protección Social en un plazo inferior a 45 días transcurrido el mes a reportar.

El FUREP especifica las variables relacionadas con eventos y procedimientos en el Sistema General de Riesgos Profesionales que hacen parte del Subsistema de Información en Salud Ocupacional y Riesgos Profesionales, así como su estructura y mecanismo de informe por parte de las entidades administradoras ante el Ministerio de la Protección Social (Resolución 0156, 2005). El formato en mención comprende varias secciones, a saber:

1. Reporte completo sobre accidente de trabajo o enfermedad profesional, enviado por los empleadores a la entidad administradora de riesgos profesionales, ya sea el FURAT u otro medio. Comprende para el caso de los accidentes laborales: Registro de datos del aportante; Registro de datos del trabajador; Registro de datos del accidente de trabajo

Sólo para las administradoras de riesgos profesionales:

2. Información relacionada con accidentalidad o enfermedad laboral, mortal, rehabilitación, calificación, reconocimiento, costos de eventos profesionales, afiliados y consolidados de información en el Sistema General de Riesgos profesionales. Comprende: Registro de eventos de trabajo mortales; Reporte de rehabilitación; Reporte de calificación; Reporte de pago; Reporte consolidado general; Reporte consolidado pago honorarios de juntas de calificación de invalidez; Reporte consolidado pago prestaciones asistenciales y económicas; Reporte de afiliados por actividad económica por departamento.

Sólo para las entidades promotoras de salud (accidentes laborales):

3. Gestión de las administradoras. Además de reportar las variables, se debe reportar los costos accidente de trabajo, entre otras relacionadas con las enfermedades profesionales.

or actividad económica, se encuentra que el sector de la industria manufacturera y el de hoteles y restaurantes, tradicionalmente presentan mayores índices de accidentalidad, situados en todos los años de análisis por encima de 11 trabajadores accidentados por cada 100 que se encuentran afiliados en el sistema general de riesgos profesionales. En promedio, en la industria manufacturera se reportaron 13,3 accidentes por cada 100 trabajadores, y en el sector de hoteles y restaurantes, se reportaron 13,6; los sectores con menor índice de accidentalidad son el financiero y el servicio doméstico (Figura 2).






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